Como siempre insistimos, la rutina de la limpieza diaria es sumamente importante para el optimo estado de nuestra piel.
Nuestra piel es una barrera natural y su función es la de proteger al cuerpo de cualquier agente externo nocivo. La piel será muy selectiva en el reconocimiento y asimilación de sustancias que integran una crema. Las cremas con fórmulas cremosas ó lipófilas son más afines al manto hidrolipídico protector y por tanto tienen mayor facilidad de penetrar en nuestra piel.
Recomendaciones:
- La limpieza, desmaquillar la piel del rostro o limpiar la del cuerpo es el inicio de cualquier cuidado. Al limpiar la piel, estimulamos la microcirculación sanguínea; este aumento de riego hace que nuestra piel esté mucho más receptiva a absorber sustancias.
- La acción exfoliante también es un gran aliado a reducir el grosor córneo. Un exceso de células muestras en la piel hace que el franqueado de la piel sea prácticamente imposible. A la piel le cuesta absorber pero todavía más respirar
- Un punto importante y que no siempre se tiene en cuenta tiene lugar después de la ducha: el calor generado por el agua garantiza una limpieza y una vasodilatación muy beneficiosas para el tratamiento de la piel. Así que aquel producto que queramos que actúe más y mejor, es recomendable aplicarlo después de una buena ducha, sobre todo cuando hablamos de tratamientos corporales.
- Las mascarillas tienen un papel importante a la hora de vehiculizar su penetración. De hecho, su acción oclusiva empuja los activos cosméticos hasta capas más profundas que si lo hiciéramos manualmente. De ello que una mascarilla bien usada se debería mantene en la piel al menos unos 20 minutos, tiempo necesario ésta pueda absorber y difundir el producto que se ha aplicado.
- Un punto importante para los tratamientos anticelulíticos es que después de su aplicación se active la circulación con cremas con efecto frío. Si la ducha ha asegurado una vasodilatación, después de la crema se necesita activar la circulación para seguir empujando el producto hacia dentro.
- Y por último, y no menos importante, cómo aplicamos la crema. Si la masajeamos y trabajamos, ayudamos a que además de absorberse en las capas más superficiales, se empuje y difunda a capas más profundas. Un buen masaje facial debe iniciarse con unos roces suaves de aplicación de producto, seguido de pequeños pellizqueos y micro amasamientos activadores, suaves percusiones y finaliza por un lisaje final remodelante. Si se trata de un masaje corporal, siempre será en sentido ascendente para favorecer la circulación y para trabajar la celulitis: cerramos las manos y con los nudillos vamos disolviendo los nódulos grasos.
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